El proyecto

¡Por fin! Tras pasar más de un mes desde que estoy aquí, ha llegado el día en que os cuento mejor qué es lo que hace la Fundación Juan Bonal en Ruanda desde el año 2014, y a lo que yo he venido a colaborar.


El proyecto surge en 2013 con la necesidad de hacer frente a la situación de extrema pobreza y altos índices de malnutrición infantil en las zonas de Mugina y Kivumu, donde las HCSA tienen sendas comunidades. Desde el 2014 hasta el 2016, se han desarrollado y ejecutado las dos primeras fases del proyecto.

En ellas, se ha “atacado” el problema por dos frentes; uno, más directo, enfocado a las familias con niños que sufren malnutrición, y otro, con un enfoque más preventivo, en el que los destinatarios son los jóvenes de la zona.

En cuanto al primer grupo, además de fortalecerse los centros nutricionales de las hermanas, se ha proporcionado formación especializada a las familias beneficiarias (fundamentalmente a las madres) en (1) nuevas técnicas de cultivo, (2) pautas para una alimentación completa y nutritiva e (3) higiene familiar, para que pudieran mantener a su familia en unos niveles de salud mínimos. Además, se ha creado una red de animadores y promotores sanitarios (además de los coordinadores locales del proyecto), encargados del seguimiento de las familias, para asegurar que implementan correctamente la formación recibida.


Por otro lado, respecto de los jóvenes de la zona, aunque no sufrían directamente el problema a erradicar, ellos iban a ser los protagonistas del futuro en el país. Por eso, como primera medida, se les ha dado también formación sobre cultura general Ruandesa, SIDA, drogas, higiene, nutrición, relaciones hombres-mujeres, resolución de conflictos, derechos humanos y asociacionismo, con el objetivo de darles una visión más amplia sobre aspectos que se consideraban clave. Además, se han organizado actividades en los colegios cercanos en las que transmitían lo que habían aprendido para sensibilizar a los demás estudiantes que, sin formar parte directamente del proyecto, también se han podido beneficiar de él.
 

Además de todo lo anterior, se han formado en cada uno de los cuatro grupos (un grupo de familias y un grupo de jóvenes en cada una de las dos comunidades, Mugina y Kivumu) asociaciones de ahorro y crédito, con el objetivo de aumentar sus posibilidades económicas y de desarrollo.

El funcionamiento de estas mini cooperativas es tremendamente sencillo, y, desde una perspectiva primermundista, parece ridículo, pero se entiende enseguida cuando conoces la situación de la población más pobre de Ruanda:

Lo primero de todo es explicarles qué es eso de “ahorrar”, pues a todos ellos les suena a chino. Son gente que viven cultivando lo que va a ser su alimento de mañana, y así día tras día para sobrevivir. En este escenario, ha supuesto un gran logro el conseguir que lleguen a cotizar entre 500 y 2.000 francos al mes (unos 50 céntimos y 2 euros y medio).

Lo que ingresan, va integrando un fondo común que permitirá financiar pequeños préstamos a aquellos que lo soliciten, presentando micro proyectos de agricultura, compra de animales, o pequeños comercios.


Haceros a la idea, de que estos proyectos pueden consistir, por ejemplo, en cultivar una cantidad un poco mayor de tomates para poder vender el excedente, comprar un cerdo por unos 12 euros para luego revenderlo, o vender sus crías, o elaborar una bebida a partir de plátanos y luego venderla.


Para ello, las reglas del juego son las siguientes: el préstamo será, como mucho, del doble de lo que hayan cotizado hasta el momento (hasta ahora, 20 euros en el mejor de los casos), y se tendrá que devolver en 3 meses, a un interés del 1’5 %.

¿Parece un experimento con niños de 1º de ESO, verdad? Pues no, es un gran avance para unas personas que no sabían lo que era ahorrar, vender el producto de sus cultivos, asociarse entre ellos, o tener un animal. De hecho, se han podido comprobar verdaderos hitos en algunos de los beneficiarios, como una madre que a partir de comprar, reproducir y vender unos conejos, consiguió comprar una vaca lechera. Ésta es la avanzada de la clase, una fuera de serie, una adelantada a su tiempo.

Pues bien, el objetivo del proyecto no es estar dando apoyo a los ruandeses de forma indefinida, sino que desde el principio ha estado orientado a darles los medios e instrumentos necesarios para que hagan suyo todo lo recibido, y sean capaces, de forma autónoma, de salir de su situación de extrema pobreza e ir creciendo y desarrollándose poco a poco.

Mi participación surge en el momento de preparar la siguiente fase, que se desarrollará de septiembre de 2017 a agosto de 2018, y con la que pretendemos avanzar significativamente en la consecución de ese objetivo.

En este nuevo periodo vamos a fortalecer las asociaciones de ahorro y crédito mediante formación impartida por un experto local, se va a aumentar las formaciones en nuevas técnicas de cultivo para el periodo de sequía (el gran problema de esta gente), se van a aumentar los grupos juveniles, y además, como novedad, se va a diseñar un plan estratégico de actuación de los Foyer de Mugina y Kivumu, con el propósito de encontrar mejor salida comercial a los productos fabricados y mejor salida laboral a las chicas que terminan su formación.
 

Para eso, la idea era que yo viniera este mes y medio para conocer bien sobre el terreno el proyecto y la gente implicada, y poder así tener más criterio a la hora de ayudar a diseñar la tercera fase, que en principio íbamos a presentar a Manos Unidas para su financiación a mi vuelta a Zaragoza.

Pero los tiempos se han adelantado, y al final la hemos tenido que presentar estando yo aquí. Aunque se han precipitado un poco mis planes iniciales, al final ha resultado ser muy positivo porque he podido echar un cable en la redacción de la tercera fase estando sobre el terreno. Ahora ya está presentada y sólo queda esperar que nos lo aprueben, remangarse, ¡y ponerse a trabajar!

Así que en noviembre volveré para supervisar sobre el terreno la ejecución general del proyecto, y además estaré encargado de hacer ese estudio comercial/laboral de los Foyer. Y entre tanto, ¡echar una mano con todo lo que pueda! Que aquí siempre hay cosas que surgen en las que se puede ayudar.

PD: No os lo dije, pero la semana pasada fui a visitar más familias con Xavier, y conduje la moto de vuelta a casa!! Jejeje


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