Murabeho, Ruanda

Hasta pronto, Ruanda. Escribo estas líneas ya de vuelta a casa.

¿Vuelve un nuevo Javi? Pues diría que no, pero sí un Javi con un poco más de perspectiva sobre la vida y sobre las personas. Aunque este mes y medio haya sido sólo una toma de contacto, sin duda me ha enriquecido mucho personalmente y me deja una huella importante.

Consciente de ello, la hermana Dolores me decía de camino al aeropuerto que ahora disfrute del verano con mis amigos y mi familia. Yo le he dicho que sabría hacerlo, porque creo que tengo la virtud de adaptarme a cada momento, lugar y circunstancias. Y porque además hay que asumir que el mundo es el que es, y nuestra capacidad para cambiarlo es limitada. Pero sin olvidar tampoco que nuestro deber -moral, al menos- es cambiarlo dentro de nuestras posibilidades.

"Sed el cambio que queréis ver en el mundo".

El primer paso para cambiar el mundo, es ser un ejemplo en cada cada uno de nuestros mundos, cada uno de nuestros entornos. Y eso sí es posible. Porque cada uno tenemos la capacidad de hacer un poquitín mejor la vida de los que nos rodean. ¿Y acaso eso no es cambiar un poco el mundo? Si todos lo hiciéramos, ¿no sería el mundo mucho mejor? ¿No deberíamos levantarnos cada día con ese propósito?

Y no estoy hablando de hacer un voluntariado internacional (aunque lo recomiendo y animo a todo el que quiera hacerlo). Me estoy refiriendo a cambiar el mundo que tenemos más cerca, el del día a día, el de nuestra familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, desconocidos con los que nos cruzamos, o todo aquel que tenemos cerca. A través de voluntariados locales, o simplemente, con nuestra actitud, gestos o acciones hacia los demás. A ese cambio me refiero. Tenemos la suerte de gozar de una vida llena de lujos, y lo menos que podemos hacer es dar un poco de nuestro tiempo a quien lo necesite. ¿No os parece?