¡Fin de curso!
Sí, lo sé, os dije que la próxima
entrada iría dedicada a contaros las tareas que voy a hacer este año. Pero es
que este finde ha sido muy chulo también, y tengo que contároslo y enseñaros
algunas fotos. ¿No os penséis que no estoy trabajando, eh? Pero ya habrá tiempo
de contároslo ;)
Resulta que aquí los cursos
escolares van de enero a noviembre, así que he tenido la suerte de poder estar
en las fiestas de fin de curso del centro de formación profesional y de la
escuela, además de la fiesta con los trabajadores que hacen las hermanas.
El viernes tuvimos la primera, la del Foyer (la escuela de corte y confección que dirigen las hermanas).
La jornada festiva comenzó con
una misa a primera hora de la mañana, en la que las mismas alumnas pusieron la
música. Luego fuimos todos a la sala del centro, donde hablaron representantes
de alumnas, profesoras, hermanas y la autoridad local responsable de otorgar
los diplomas, acto tras el cual comimos todos juntos para cerrar el evento.
Pero sin duda el ambiente estuvo marcado por los cantos y bailes tradicionales de Ruanda con los que nos deleitaron las chicas -y también algunos chicos-. Coreografías grupales y danzas por parejas de chicas, chicos y mixtas. Fue una gozada poder verlo en primera fila (las hermanas nos suelen poner en puestos privilegiados a los voluntarios), tanto, que me animé yo también a bailar durante un rato que nos invitaron a salir. ¡Ya tenía ganas de probarlo! Y pude comprobar una vez más lo agradecida que es esta gente al ver que nos queremos integrar en su cultura.
También os adelanto que una de
las cosas en la que voy a tener que trabajar este año es en buscar la forma de
mejorar la inserción laboral de estas chicas, y durante la jornada conocimos
que hay una organización que nos puede ayudar con ese tema, y con la que hablaremos
esta semana a ver si podemos colaborar con ellos. Así que todo salió a pedir de
boca.
El sábado era el turno de la fiesta de los niños, aunque la
preparación empezó la tarde anterior, después de terminar la fiesta del Foyer y
VTC. Los responsables de dejarlo todo listo eran los padres del comité de la
escuela, que se implicaron muchísimo, pasando toda la tarde allí, algunos sin
comer si quiera. También fueron los que se quedaron a recoger el sábado. Una
paliza. En la distribución de trabajos, a nosotros nos tocó limpiar los 80 kg
de judías que había para la comida del día siguiente, y que, aun estando varias
manos, nos llevó tres horas.
Los niños también empezaron con
una pequeña oración, y luego entraron en el recinto de la escuela desfilando.
Se pusieron en formación como todas las mañanas, para enseñar a los padres su
ritual matutino, en el que reciben el día con cantos variados, y cantando el
himno nacional.
Luego se intercalaron los múltiples
teatrillos, coreografías y juegos que habían preparado, con intervenciones de
representantes de padres, profesores, hermanas y otras personalidades, para
pasar a la entrega de los premios a los mejores de cada clase, y la graduación
de los que terminaban infantil, y terminar con una comida al aire libre todos
juntos.
Qué decir de los niños; fue genial verles disfrutar tanto todo el día, sin estar apenas revoltosos. También a los padres se les notaba emocionados y a los profesores súper involucrados y pendientes. Tuvimos la mala suerte de que nos cayó un pequeño chaparrón (el acto era al aire libre) y enseguida nos fuimos a cobijar a la sala del Foyer, y todos los padres y madres -algunas con niños a la espalda- ayudaron a llevar los bancos. Al final fueron sólo un par de nubes y retomamos la actividad fuera.
Y en la hora de comer me llamó la atención lo ordenados que son todos; los niños sin armar ningún jaleo, y los padres levantándose por turnos y filas a que les sirvieran la comida. El menú era carne con judías, zanahorias y patatas. Para beber agua, fantas o cervezas. Y para terminar el palillo de rigor para limpiarse la boca.
Para terminar el fin de semana,
ayer domingo tuvimos la fiesta con
los trabajadores que a las hermanas les gusta celebrar cada año. En esta
ocasión, la excusa era celebrar el día de María Rafols, fundadora de la
Congregación.
Los invitados eran tanto las
personas que trabajan en la casa (cocinero, jardineros y vigilantes), como los
que trabajan en los diferentes centros de la misión (profesores de la escuela,
profesoras del Foyer y VTC, trabajadoras del centro nutricional, y vigilantes y
jardineros). También vinieron algunos miembros de la familia Santa Ana. En
total, casi 40 personas.
Empezamos con ronda de
presentaciones, ayudándonos de la traducción de Clarisse. Luego las hermanas les
contaron la historia de María Rafols y la fundación de la Congregación, así
como les explicaron cuál era su carisma, que tratan de aplicar en su constante
servicio a los demás, y animaron a los trabajadores a que hicieran lo mismo,
poniendo en cada acción del día el Amor de Dios.
Hubo un momento que me gustó
mucho, y fue cuando nos pusimos de pie todos los miembros de la familia Santa
Ana, por el hecho de ver que esta familia no entiende de nacionalidades,
colores ni cualquier otra distinción que no sea compartir un mismo espíritu.
Como no podía ser de otra manera,
también hubo varios momentos para bailar, esta vez más espontáneos. Nos
animaron a salir, y yo esta vez les puse la macarena para enseñarles nuestro
baile más internacional, que les encantó.
Para terminar, se les anunció que
la hermana Dolores se marchaba a Guinea ese mismo día, y todos los que
aprovecharon el turno final de intervenciones libres lo hicieron para dedicarle
unas emotivas palabras, resaltando su carácter alegre y cariñoso, y lo que les
ha ayudado a todos ellos sin apenas poder comunicarse con ellos.
Por lo visto, como me explicó
Agnes, los ruandeses no son muy dados a llorar y menos en público, y sin
embargo fueron muchos a los que se les saltaron las lágrimas, lo que dice mucho
de la huella que deja Dolores en esta tierra y en su gente.
Yo he tenido la suerte de poder
conocerla y convivir unas cuantas semanas con ella, que me han bastado para
saber que deja un vacío en esta comunidad difícilmente reemplazable. Para mí ha
sido un apoyo importante por su cercanía y atención conmigo, y la echaré mucho
de menos. Pero admiro su disposición plena para responder a la llamada de
ayudar a otras hermanas que la necesitan.
Como sé que me leerás desde
Guinea, te deseo todo lo mejor, y que nos podamos volver a ver pronto.
Javi
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