¡Noheli Nziza!

¡Bueno! Una vez pasadas las Navidades, ya me tocaba volver a escribir y contaros cómo las hemos vivido por aquí :D

Lo cierto es que no las vi llegar. Acostumbrado a que el frío de Zaragoza y el Corte Inglés nos avisen cada año a principios de diciembre, en Mugina hizo unos días de bastante calor y los adornos navideños los pusimos la víspera de Nochebuena.

En cualquier caso, sabía que éstas iban a ser unas Navidades diferentes, especiales, y así han sido; unas Navidades en comunidad, misioneras. Me hubiera gustado también conocerlas en un ambiente familiar Ruandés, pero todo no es posible jeje.

Como os decía, los adornos los pusimos en la víspera de Nochebuena, a diferencia de la costumbre predominante que tenemos en España de adelantarnos demasiado en el tiempo (¡como si a la Virgen se le fuera adelantar el parto!, según me decía Víctor), y todos fueron muy caseros: el árbol de casa y el Belén de la parroquia hechos a partir de vegetación del jardín de casa.


El plan era pasar la Nochebuena y Navidad en Mugina, con las hermanas de Kigali y las novicias, y las cuatro postulantes que venían de su estancia en Costa de Marfil, y antes de empezar el primer año de noviciado en enero; 18 en total (7 hermanas, más 6 novicias, más 4 postulantes, más este hermano).

Para colaborar un poco con la celebración, y por cortesía de mi familia, fui a comprar al supermercado algunos productos que pudieran gustar a las hermanas, entre ellos vino español y champán francés. Quería haber encontrado algún embutido rico pero no me fue posible. Menos mal que las hermanas recibieron unos turrones desde España, ¡que una Navidad sin turrón no es lo mismo!

Llegado ya el día de Nochebuena fuimos a misa del gallo a las cuatro de la tarde (las hermanas habían ido además a la misa del domingo por la mañana, pero yo con una al día tenía suficiente) y después nos pusimos a preparar la cena. Tenía yo curiosidad por saber si tenían algún plato típico para estas fechas, pero no es así. Se cocinan platos ricos, pero -además de por el ambiente-, las fiestas se distinguen porque tomamos vino, cerveza, o refrescos. En estos días, eso sí, también por los turrones y el champán. Y, aunque no sea típico de Navidad, les hice unas tortillas de patata que no me salieron mal del todo.

Y lo cierto es que después de la cena tampoco hubo mucha más animación, de hecho, ¡a las 22:30 estaba ya en la cama!

Fue al día siguiente, el día de Navidad, cuando sí que se animó más. Como era el día más celebrado de la Navidad, desempolvé la americana y corbata del armario y me puse elegante para ir a misa, que acostumbrado a ir muy campechano, fue bastante contraste para mí.


Para comer tuvimos ensalada y algunos entremeses, guisantes, arroz, pasta y hoja de mandioca (que yo no la probé, porque la última vez me pasé toda la noche en el váter), y de segundo un pollo muy bueno con patatas. 




Y por la noche, sí que tuvimos más animación, ya que estuvieron bailando y tocando con el tambor canciones típicas de aquí, mientras comíamos turrón y champán. Yo me animé un poco, pero la verdad es que me cuesta coger el ritmo jeje.

Los días siguientes estuvimos ocupados recibiendo a todos los niños apadrinados de las hermanas, apuntando sus notas del tercer trimestre, dándoles el material escolar para el 2018 y premios a los primeros, segundos y terceros de la clase, y también haciéndoles las fotos y escribiendo las cartas a sus padrinos.


Yo después iba al campo de las hermanas con el coche para traer todas las judías que estaban cosechando, que no sé cuantos kilos serían, pero me hice unos 18 viajes entre los 3 días, ¡y podéis ver cómo estaba el jardín de casa después de traerlas!


Ya para terminar el año y dar la bienvenida al 2018 nos subimos a Kivumu para juntarnos con las cuatro hermanas de aquí. El plan de Nochevieja también fue muy especial, ya que después de la cena hicimos una oración de acción de gracias por el año que terminaba, que es algo que nunca había hecho y que me gustó mucho. Yo tenía muy claro por qué puedo y tengo que dar gracias, ya que este año me ha cambiado la vida. Y como la oración se alargó hasta las 23:30 la mayoría de las hermanas se animaron -a ritmo de tambor- a quedarse hasta las 00:00 (que en principio no lo iban a hacer) y pudimos felicitarnos el año nuevo.

El día de año nuevo lo empezamos también yendo a misa (de 2 horas y media) y luego comimos todos juntos en casa; otra vez pollo, que en esta ocasión estaba increíblemente rico.

Puedo decir que han sido unas Navidades especiales, viviéndolas en comunidad (que no creo que vuelva a repetir), y en un ambiente tan humilde y austero que nada tiene que ver con el consumismo que nos rodea en España. Y aunque sí que es verdad que he echado un poco de menos las cenas con amigos y los villancicos familiares (¡y las poesías Samanes!), gracias a las tecnologías también he podido vivir todo eso un poquito y no me he sentido tan lejos de casa.

Como colofón, estos días se terminaron ayer con mi cumple, que fue único e inolvidable. Las hermanas me animaron a que fuera a misa con ellas al punto de la mañana (ellas tienen misa todos los días, pero yo voy sólo los domingos), y, pensaba hacerlo aunque me diera un poco de pereza. No obstante me había quedado despierto hasta las 00:00 para recibir una felicitación especial, y el cansancio hizo que a las 6:15 apagara la alarma en sueños…

Pero como mis hermanas son tan majas, no me lo tuvieron en cuenta y me felicitaron al salir de la misa cantándome el cumpleaños feliz en español, inglés, francés y kinyarwanda, además de seguir luego con canciones típicas -siempre con el tambor- (y en esta ocasión me animé a bailar un poco más).

En el desayuno me encontré con unas flores, un bizcocho con velas, una postal firmada por todas y una camisa hecha en el Foyer de aquí, que va a causar furor en España. ¡Menudos detallazos…!



Y como el día 2 era festivo, para celebrar mi cumpleaños y aprovechar también ellas para pasar su jornada anual de descanso todas juntas, fuimos al lago Kivu, a un sitio súper bonito, donde disfrutamos de una jornada increíble.


En resumen, ¡han sido unas Navidades y cumpleaños inolvidables!


Espero que una vez más os haya gustado la crónica. Hasta la siguiente y ¡feliz año a todos!


Javi

Comentarios

  1. Javier, te deseo un Feliz año 2018.
    Me encanta leer tus entradas!!!!

    Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La aventura de conducir en Ruanda

Comienza la aventura

¡Umuzungu!